Me llegan vibraciones de las ondas que se esconden tras los copos de nieve austeros, que miman con cuidado su austeridad y la llevan a la máxima expresión, postiza. Ni hablo de lo que mis dientes hacen mientras yo duermo. Sigo suspendida en el aire a mil revoluciones y cientos de orangutanes salidos me quieren morder el culo y no lo consiguen. Sumida en profundas telarañas espero, sentada, a que mi café esté caliente, humeante, sin más expectativas que esa. Yo bebo, tu bebes, él bebe y nosotros todos juntos bebemos sorbo a sorbo, al ritmo del rock.
El tiempo se detiene y derrapa duchando a la muchedumbre que espera en una esquina a algo que no sabe pero que pasará, seguro. Y sin mayor seguridad que la incertidumbre el tango suena de fondo.
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