Hermanos, me estreno en este refugio cibernético con esta pequeña reflexión fruto de sustancias psicotrópicas y paranoias teñidas de un halo blanquecino de añoranza. Añoranza por otros tiempos, que vistos desde la perspectiva, no fueron mejores, ni siquiera más productivos, pero si mucho más estimulantes y divertidos.Esos años de escuela de cine, de soñar, de malvivir, de hacer proyectos desde la ilusión y dejarlos pasar desde la dejadez, o la cordura. Pues todos los que damos “el salto” para estudiar cine tenemos algo en común: Inquietudes, una visión -o al menos eso creemos- y ego. Las figuras de los grandes se levantan ante nosotros como montañas y pones los ojos en la cima. El tiempo y las frustraciones te van poniendo en tu sitio y lo que antes era osadía se va convirtiendo en cordura, en madurez. Esto no pasa siempre, solo hablo de mi experiencia y de las de otros que, como yo, llegaron para comerse el pastel de un bocado y ahora miramos las migajas mientras nos relamemos. Solo hay una respuesta, solo un camino: Hacer cosas, desde la sensatez y el esfuerzo. Los aires de grandeza se desvanecen como una metáfora cristalizada de la realidad.
Son muchos los personajes que he tenido la suerte de conocer en este mundillo del infra-cine, pues hay gente que se autodenomina cineasta al día siguiente de empezar las clases en la escuela, artistas sin obra que juegan en regional preferente y se imaginan llenando el Bernabéu. Algunos siguen luchando por cumplir su sueño en un país en el que como mucho debutan 60 directores en largometraje al año. 60 de 45 millones, el porcentaje es desalentador, pero ese es el camino: La lucha, a veces contra ti mismo, otras contra las cientos de dificultades que entraña sacar un proyecto adelante, por pequeño que sea. Otros se han ido y ya no volverán, los juguetes rotos. Dentro de este elenco de soñadores he conocido a un oso que vivía en una cueva oscura y entrañable, un lugar en el que entrabas y salías a la semana con menos neuronas y una estúpida sonrisa. Un hombre que no hacia sus propios trabajos de clase, pero te hacia los tuyos. Dios le bendiga. Creo que fue a tres clases, la mayoría le odiaba porque no le conocían, otros lo estrujábamos con cariño, como las sanguijuelas. Pero no creaba indiferencia. He conocido a un titán de dos metros que visionó un imperio del porno mundial y nos vaticinada dueños del edificio de plaza de España, con línea de metro propia y rodeados de prostitutas en las vegas, una absurda y fascinante visión de lo que podríamos llamar éxito. He conocido a una pequeña y delirante criatura que nos enseño el significado de la palabra bukake –no literalmente- una personita entrañable, con unos férreos principios dentro de su universo demencial. Parecía el más loco, hoy me pregunto si no sería el más “normal”. Son solo unos pocos ejemplos de la fauna que poblamos o hemos poblado estas “escuelas de cine” que a veces no merecen la pena por lo que te puedan enseñar, pero siempre por las personas que vas a conocer, por ellos y otros ha merecido la pena.No sé por qué, pero en mi mente castigada se establece un paralelismo entre todo lo que os he hablado y una serie que se llama americans ugly. Es la historia de un hombre “normal” que vive en una ciudad donde habitan zombies, vampiros, hombres lobo y todo tipo de monstruos. Todos viven en completa armonía, se aceptan como son. Me ha recordado a lo que sentí al empezar a conocer –de verdad- a la gente de primer año del NIC, os dejo el enlace, os la recomiendo es superdivertida.
Creo que lo que quiero decir con esta absurda reflexión es que la vida pasa, a veces muy despacio, otras demasiado deprisa. Las oportunidades se suceden como gente apelotonada a la entrada del metro. ¿Cuál es la decisión adecuada? ¿Cuántas cosas hemos dejado de hacer que podrían habernos cambiado la vida a mejor? Las puertas se abren y cierran a nuestro alrededor. Lo fácil es sentarse en medio de la sala y mirarlas. Lo difícil decidirse a cruzar una. Hagámoslo hermanos, levantemos unos cimientos profundos, preparemos un proyecto, tu proyecto, algo que realmente puedas hacer y hagámoslo. Tenemos los medios, tal vez no sean los que soñamos o nos gustaría tener, pero si suficientes para hacer cosas. Y sobre todo no olvidemos lo más importante, la creatividad, eso no vale dinero. Estar sentado frente a tu ordenador escribiendo, pegándote cabezazos contra el teclado si es necesario, eso está en tu mano. Y lo importante son las historias. Una buena historia, un buen guión puede catapultarte. Una idea puede cambiar el mundo.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Alegato Zombie: ¿Hay alguien normal?
Esto va en nombre de Alegato Zombie que, por circunstancias ajenas, aún no puede publicar sus locuras por estos lares. Pero todo se andará!!!
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"Hombres fantasma"...los conozco bien, en todas las profesiones hay poblaciones enteras...
ResponderEliminarPuritano35.