Fragmento
Opiniones de un payaso.
"  Entré en el cuarto de baño, vertí en la bañera parte  de las sales de baño que Minika Silvs me había dejado y abrí el grifo  del agua caliente. Bañarse es casi tan bueno como dormir, y dormir es  casi tan bueno como hacer "la cosa". Marie la llamó así, y pienso en la  cosa siempre en sus términos. No podía concebir que ella hiciese "la  cosa" con Züpfner, mi fantasía no tiene compartimentos para tales ideas,  del mismo modo que nunca estuve seriamente tentado de revolver en la  ropa interior de Marie. Sólo llegaba a imaginarme que ella jugaría a la  oca con Züpfner,y me enfurecía. Nada de lo que yo había hecho con ella  lo podía ella hacer con él sin parecerme traidora o prostituta. Ni  siquiera le podía extender mantequilla sobre el pan. Si imagino que ella  toma del cenicero el cigarro de él y lo termina de fumar, casi me  vuelvo loco, y no supone ningún alivio saber que él no fuma y que es  probable que juegue al ajedrez. Algo debía ella hacer con él, y debía  hablarle del tiempo y de dinero. En realidad lo único que ella podía  hacer para él sin pensar continuamente en mí era cocinar, pues esto me  lo hizo tan raras veces, que no sería necesariamente infidelidad y  fornicación. Me hubiese gustado mucho llamar enseguida a Sommerwild,  pero era aún demasiado pronto, ya que me había propuesto despertarle de  su sueño allá por las dos y media de la madrugada, y conversar con él  largo y tendido sobre arte. Las ocho de la noche era una hora demasiado  decente para telefonearle y preguntarle cuántos principios de orden le  había hecho tragar a Marie, y qué comisión había recibido él de Züpfner:  ¿una cruz abacial del siglo trece, o una madona centrorrenana del  catorce? También reflexioné cómo le asesinaría. A los estetas lo mejor  es romperles en la cabeza un valioso objeto de arte, con lo cual sufren,  aún al morir, por el crimen artístico. Una madona no sería lo bastante  valiosa y es demasiado sólida, y moriría con el consuelo de que la  madona se había salvado; y una pintura no es lo bastante pesada, si se  exceptúa el marco, y le quedaría también el consuelo de que el cuadro se  conservaba. Podría yo raspar la pintura de un cuadro valioso y  estrangularle o asfixiarle a él con la tela: ningún crimen perfecto,  pero un perfecto crimen estético.     "
 

 
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