martes, 16 de noviembre de 2010

Reinhold Messner





Su casa de infancia estaba en el corazón de los Alpes, rodeada de montes que superaban los 3.000 metros de altura. Su familia era numerosa: papá, mamá y nueve hijos, nunca tuvieron auto, sólo una bicicleta para los once integrantes de la casa. El único pasatiempo de la familia era salir a recorrer senderos, así nació el amor de Reinhold Messner por la naturaleza y las montañas. A los 12 años salía con uno de sus hermanos para escalar, ya alcanzaban lugares que su padre no podía.

Justo frente a su casa, en las cumbres, desarrolló el coraje que lo ha llevado a ser uno de los montañistas más famosos del mundo. Además es escritor y fotógrafo y fue diputado por el partido Verde en el Parlamento Europeo (1999-2004). Nació en 1944 en Tirol del Sur, una región italiana en la que se habla alemán y se crió en el Valle de Villnöss. Los estudios no eran lo suyo, luego de escalar todas las rutas difíciles de los Alpes, en roca y hielo, abandonó la Universidad de Padua y se fue a El Nanga Parbat. Fue su estreno del Himalaya, llegó a los 8.125 metros, en 1970. Pero no todo era alegría, en la expedición iba acompañado de su hermano Günter quien murió en el descenso del valle del Diamir.

La tragedia hizo que comenzara a subir siempre en solitario y por rutas vírgenes, no quiso arriesgar la vida de nadie más frente a sus peligrosos desafíos. Además decidió que no llevaría botellas de oxígeno en sus travesías, algo que se creía imposible hasta que en 1978 llegó a la cima del monte Everest (8.848 metros) solo y sin oxígeno. En 1986 llegó al Lhotse y se convirtió en el primer hombre en el mundo en subir 14 ochomiles en solitario y sin botellas de oxígeno.

Siempre trata de estar donde no va nadie, por eso decidió partir a la Antártica cuando los ochomil se llenaron de expediciones comerciales con mucha gente. A diferencia de muchos que creen que el objetivo del montañismo es la cima, para Messner su fin es el contacto salvaje con la naturaleza y acercarse a sí mismo. Por eso no ocupa implementos al subir, dice que no podría introducir objetos entre la montaña y él porque no podría percibir la sensación de estar a 8.000 metros solo, aguantando el cuerpo sin que ningún elemento lo ayude.

Hoy viaja por el mundo grabando documentales y buscando sitios que aún no han sido descubiertos por el montañismo comercial y turístico. Ha escrito más de 50 libros, traducidos a 12 idiomas. Vive en su ciudad natal, Tirol del Sur donde es director de un museo histórico del montañismo y promueve la vuelta al alpinismo más puro en su Fundación Montaña Messer.


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